arriba.
–Comentó Magno con una sonrisa desafiante y el cigarro entre los
dientes.
-Lo
siento pelirrojo, ya se a donde quieres llegar, guardaré todo lo que
aprenda
para que Oscar escarmiente.
-Ingenuo,
los dioses no escarmientan, somos egoístas y orgullosos.
Pasaron
exactamente dos semanas demasiado tranquilas. Draker estaba algo
paranoico,
creía
que en cualquier momento aparecería algún dios único y si no
aparecía acabaría
dañando
a Desiret por accidente. Tenía que andarse con mucho cuidado.
Una
mañana como otra, bajó al dormitorio y antes de dormirse sintió
una
sigilosa
presencia que se acercaba a él despacio. Miró hacia la puerta por
el rabillo del
ojo
pero no vio a nadie. Oscureció totalmente la habitación y esperó a
que se acercara
algo
más. La presencia no se detenía, no se tropezaba siquiera a causa
de la oscuridad.
El
joven comenzó a enfadarse cada vez más y a enfriar la tensa
atmósfera. Cuando la
presencia
estaba casi encima de él, se giró bruscamente, estiró el brazo y
agarró al
extraño
de la muñeca. Era una muñeca mucho más ancha y fuerte que la de
Desiret.
Levantó
un poco la vista hasta ver la cara del individuo que se había colado
en su
habitación.
Era un hombre de raza negra, el pelo lleno de rastas y vestía completamente de
negro. Solo el
brillo de sus ojos se distinguía en la densa oscuridad.
Draker se quedó paralizado mirándole a la
cara. El extraño sonrió,
sus blancos dientes contrastaban en la abundante oscuridad que
reinaba en el dormitorio
y pronunció con una leve risilla:
-Te
encontré.
El
individuo levantó su musculoso brazo y le dio un
puñetazo a Draker en
la
cara. Éste salió disparado contra el armario rompiendo la puerta.
Dolorido
intentó levantarse pero no pudo así que se dirigió arrastras hacia
la puerta, a dos metros de ella fue detenido por el extraño.
-Ah
que desobediente, siéntate y habla conmigo.
-Magno…
-Dijo costosamente con roncos susurros el joven dios de la
noche.
-…Oscar.
-¿Magno?
Ja ja, ¿No te vales por ti solo?
El
misterioso era Oscar, dios de la oscuridad. La débil voz no era
audible en el piso
blindado
de arriba. Oscar levantó a Draker de la coleta y lo lanzó sobre la
cama.
El
chico se sentó sobre el colchón frente a su padre e hizo que una
estalactita surgiera
del
techo y le atravesara la cabeza a Oscar. Éste sonrió, se dispersó
como una sombra y
volvió
a un estado sólido.
-Olvidas
que soy la oscuridad, atacar a tu padre con un trozo de hielo… me
siento
ofendido...