domingo, 1 de septiembre de 2013

05

Era un tipo extraño. Tenía el pelo rojo y en puntas hacia arriba, vestía con ropa
medio quemada, y botas militares, sus ojos eran color caoba. Parecía alguien muy
fuerte, capaz de desafiar a cualquiera de los dioses únicos.
Nacho se levantó con dificultad y volvió a enfriar su cuerpo. La niña corrió al lado de
Nacho.

 -¿Quién eres tú? -Susurró el joven apartando a la niña tras de sí.
 -No tenéis porque esconderos de mí, soy hermano de Desiret. Hijo de Carlo y
Luz dioses del calor y la luz. He venido a llevarme a mi hermana conmigo. –Contestó el
extraño chico.
 -No te la llevarás a ningún lado.
 -¿Prefieres que aprenda a esconderse como tu, o que plante cara y consigamos
sobrevivir?
 -Lo que no quiero es que la maten.

El joven pelirrojo agarró a la niña y la bajó con él por las escaleras. Nacho corrió tras
ellos y los detuvo en la puerta de la casa.
Desiret corrió hacia él y se escondió detrás de su gran capa negra.
Magno se echó la mano a la nuca y suspiró.

 -Escuchad los dos, no estoy para bromas, así que no lo compliquéis más.

Al ver que la niña y Nacho no se iban a separar, no le quedó otra que llevarse a ambos
consigo. “Viviremos ocultos pero entrenaremos nuestras habilidades hasta superar a los
dioses únicos.” Les comentó de camino a una gran mansión en el centro de la ciudad.
Por la calle había mucha gente, la mayoría miraban las extrañas vestimentas de los tres
dioses.
La mansión tenía una pequeña entrada que daba a un pasillo y un salón no muy amplio.
En el pasillo había cuatro puertas, dos a la derecha, una a la izquierda y otra al fondo.
Las puertas de la derecha daban paso a los dormitorios cada uno con su cuarto de baño y
una sola cama de matrimonio. La de la izquierda, a la cocina. La puerta del fondo estaba
entreabierta, dejaba ver una escalera de madera que llevaba al piso de arriba.
Magno se detuvo en el pasillo y abrió uno de los dormitorios.

 -Vaya…, Nacho te dejo este dormitorio, Desiret y yo estaremos en el de
al lado.
 -Jo, yo quiero estar con Draker. –gruñó la niña.
 -¿Draker? No hace falta que os llaméis en clave.
 -No es llamarme en clave, es renunciar a todo lo que tiene que ver con el
cabrón de Oscar.
 -La verdad es que es fuerte lo que pasó, lo siento tío. Espero que puedas darle su
merecido al dios de la oscuridad. Desiret lo siento, pero, no puedes dormir con…
Draker.
 -¿Por qué? Yo quiero estar con él.

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